La Institución abrió la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra, una organización dedicada a gestionar la información relativa a los prisioneros de guerra y el suministro de paquetes de socorros. El CICR también comenzó a distribuir mensajes destinados a civiles, dado que innumerables personas quedaban aisladas detrás de las líneas enemigas.
Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra de la Cruz Roja
El 12 de octubre de 1914, la Agencia se instaló en el Museo Rath, en Ginebra, y estableció un sistema de tratamiento de información que le permitió tramitar con celeridad y eficacia las 5.000 solicitudes que le llegaban cada día.
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Agencia Central de Prisioneros de Guerra.
Ficha de Charles de Gaulle. Ref. hist. 589/5
Ficha de Charles de Gaulle. Ref. hist. 589/5
Basándose en las listas de los prisioneros de guerra que le facilitaron los Estados beligerantes, la Agencia hizo fichas para cada prisionero, clasificadas por ficheros nacionales, a las que se integraban las solicitudes de información. En cuanto “concordaba” una información con una solicitud, la Agencia podía aportar una respuesta a la familia o al municipio de origen de un prisionero de guerra al cual se refería la solicitud de información.
Para obtener información aun más precisa sobre la situación de los prisioneros de guerra, la Agencia estableció dos ficheros suplementarios: un fichero topográfico en el que se indicaba la ubicación de las tumbas de los soldados fallecidos y un fichero regimental.
Además, la Agencia se ocupó, al comienzo de la guerra, de la correspondencia, los donativos y los envíos de dinero a los prisioneros de guerra. Posteriormente, se hicieron cargo de esas actividades los servicios postales de los países neutrales: los correos suizo, danés, neerlandés y sueco.
Durante la guerra, la Agencia hizo 4.805.000 fichas y dio 1.854.914 paquetes y envíos de socorros colectivos.
El armisticio de noviembre de 1918 no entrañó el cierre de la Agencia, que prosiguió sus actividades de información en el marco de las grandes operaciones de repatriación de los prisioneros de las Potencias centrales y de los cautivos detenidos en Rusia.
En su empeño por adaptar el derecho humanitario a las nuevas realidades el CICR lanzó un llamamiento a los beligerantes, instándolos a renunciar al uso de gases tóxicos.El 8 de febrero de 1918, envió el texto de su llamamiento a los soberanos y jefes de Estado de los países beligerantes o neutrales, así como a las Sociedades Nacionales, a diversas personalidades religiosas y a la prensa.
Se recibieron respuestas alentadoras en Ginebra, particularmente por parte de las Cruces Rojas Danesa, Noruega y Sueca que dieron parte de su aprobación. El Vaticano sostuvo igualmente la iniciativa del CICR.
En mayo de 1918, los Gobiernos de los Aliados remitieron al CICR una respuesta oficial al llamamiento del 6 de febrero, en la que declaraban que hacían suya la iniciativa del CICR y aceptaban incluso la idea de un acuerdo que prohibiera el empleo de gases, pero atribuían la responsabilidad de la guerra química a sus contendientes.
El 12 de septiembre, el CICR recibió la respuesta del Gobierno alemán. Tras haber recordado la posición adoptada durante la Conferencia de La Haya de 1899 en favor de la supresión de las armas tóxicas, así como sus protestas contra el empleo de gases en el frente europeo, Alemania acusó, a su vez, a sus contendientes de ser responsables de la invención y el desarrollo del empleo de gases en el conflicto.
Batalla de Estaire: una fila de soldados cegados por los gases, en un puesto de primeros auxilios, cerca de Bethune, 10 de abril de 1918. Ref. hist. 3088/25
A lo largo del conflicto, el CICR denunció los tratos inhumanos infligidos tanto a los combatientes como a los civiles. Después de la guerra, el CICR desplegó también operaciones de repatriación de los prisioneros de guerra. Sus delegados realizaron, además, una acción humanitaria específica durante las revoluciones rusa y húngara.
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