Una mirada a la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial fue un conflicto armado mundial desarrollado entre 1914 y 1918. Originado en Europa por la rivalidad entre las potencias imperialistas, involucró por primera vez en la historia a más de la mitad del planeta. Antes de llegar la Segunda Guerra Mundial, esta conflagración era llamada la Gran Guerra o la Guerra de Guerras y había sido el conflicto mas sangriento de todos los tiempos.

Este blog fue creado por Lucas Ferreyra como trabajo práctico de la materia Historia, de 2do año Polimodal del Colegio Los Médanos, a pedido de la Prof. Cecilia Gómez Carrillo de Lascombes. Julio de 2007

16.7.07

La neutralidad española

Dice Cristina Barreiro en su trabajo "La prensa española ante la Primera Guerra Mundial"


A pesar de esta neutralidad formal, la sociedad española vivió la guerra con una beligerancia extrema y una conciencia política que dividió a la población entre aliadófilos y germanófilos, y esto se reflejó en la prensa:

“Bajo la neutralidad de España, los españoles se dividieron en partidarios de los beligerantes y, otra vez, de modo castizo, vivieron en clima de guerra civil. Movidos por la propaganda de los contendientes, llevados de convicciones y de afectos más o menos razonables, olvidados generalmente del bien común, germanófilos y aliadófilos batallaron incansablemente en la Prensa, en el café, en las academias y en las familias”

PABÓN, Jesús: Cambó I: 1876-1919. Barcelona, 1951.

¿ “NEUTRALIDAD” ESPAÑOLA EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL?: LA PRENSA BELIGERANTE.

Entre 1914-1918, España mantuvo una posición de neutralidad sumamente difícil. En una Corte dividida entre las inclinaciones de la Reina madre MªCristina –austriaca- y la esposa de Alfonso XIII, Victoria Eugenia –británica- el país se debatía entre quienes optaban por una proximidad a los Imperios Centrales (a los que más tarde se unen Bulgaria y Turquía) y los que abogaban por “olvidar” los contenciosos que España mantenía con Francia e Inglaterra –recuérdense los problemas por la soberanía en Tánger y Gibraltar- y apoyar los intereses comerciales y políticos de unos “aliados” a los que posteriormente también apoyarán Rusia, Italia, Estados Unidos y Japón. Ante esta situación conviene recordar la frase de Antonio Maura de que España “ni podía, ni quería, ni debía ir a la guerra”. La posición “neutralista” estaba clara: la intervención era contraria a los intereses nacionales; ni ética ni políticamente podía comprometerse a la totalidad del país haciéndolo beligerante contra la voluntad de la mayoría del pueblo. Eduardo Dato, líder del Partido Conservador y jefe de Gobierno al estallar la Guerra, se apresuró a hacer una declaración formal de neutralidad que fue aceptada por las potencias. El diario La Época, principal defensor en la Prensa de la política gubernamental publicó el 1 de agosto de 1914 un editorial “Neutrales” en el que hacía público un firme posicionamiento de apoyo a la política de Dato y llamamiento a la prudencia:

La posición de los neutrales no es tan sencilla ni tan fácil de mantener como pudiera creerse á primera vista, sobre todo cuando los neutrales no disponen de grandes medios militares y navales. Hace falta una gran vigilancia, una exquisita prudencia, y sobre todo, una gran sinceridad y una firme resolución. Con esto, si llega el caso, habrá que ir sorteando todas las dificultades. Preparado para ello, y completamente resuelto a proceder así, se encuentra el gobierno; pero hace falta que la opinión le secunde y le ayude.

Sin embargo, a pesar de esta neutralidad formal, la sociedad española vivió la guerra con una beligerancia extrema y una conciencia política que dividió a la población entre aliadófilos y germanófilos. El entonces líder de los liberales, conde de Romanones, publicaba el miércoles 19 de agosto de 1914 en el madrileño Diario Universal un artículo –sin firma-, “Neutralidades que matan”, que ha pasado a la historia del periodismo como la manifestación más palmaria de las diferentes opciones planteadas en el seno de la política ante el conflicto europeo. Tras la presentación que en el diario se hace del “articulista” y que reza “uno de nuestros colaboradores, de los que tienen y merecen más alta consideración, nos envía el artículo que va al pie de estas líneas”, leemos:

(...)España, pues, aunque se proclame otra cosa desde la gaceta está por fatalidades económicas y geográficas, dentro de la órbita de atracción de la triple inteligencia; el asegurar lo contrario es cerrar los ojos a la evidencia; España, además no puede ser neutral, porque llegado el momento decisivo la obligarán a dejar de serlo. 8...) lo hora es decisiva, hay que tener el valor de las responsabilidades ante los pueblos y ante la Historia; la neutralidad es un convencionalismo que sólo puede convencer a aquellos que se contentan con palabras y no con realidades; es necesario que tengamos el valor de hacer saber a Inglaterra y a Francia que con ellas estamos, que consideramos su triunfo como el nuestro y su vencimiento como propio; entonces España, si el resultado de la contienda es favorable para la Triple Inteligencia, podrá afrontar su posición en Europa, para obtener ventajas positivas. (...) la suerte está echada; no hay más remedio que jugarla; la neutralidad no es un remedio; por el contrario hay neutralidades que matan.

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