El primer memorial conocido, es el monumento de 1849 al Landsoldaten ("Soldado de infantería") , de la Primera Guerra de Schleswig, en Fredericia, Dinamarca. Otro antiguo memorial de esta clase es el del muerto desconocido de la Guerra Civil de los Estados Unidos de 1866.
La tradición moderna de esta práctica la comenzó el Reino Unido cuando, terminada la Primera Guerra Mundial, fue el primer país en enterrar a un guerrero desconocido en nombre de todas las Fuerzas del Imperio Británico en la Abadía de Westminster en 1920, lo cual llevó a otras naciones a seguir su ejemplo. La tumba más famosa es probablemente la que se encuentra en Francia, bajo el Arco del Triunfo.
Estas tumbas se han usado también para conmemorar a los caídos sin identificar en posteriores guerras. Sin embargo, y a pesar de que se han construido monumentos recientemente (como hizo Iraq en 1982), es improbable que se construyan más en el futuro. Los avances de la ciencia con el ADN hacen posible la identificación de hasta el más pequeño fragmento de hueso.
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