Una mirada a la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial fue un conflicto armado mundial desarrollado entre 1914 y 1918. Originado en Europa por la rivalidad entre las potencias imperialistas, involucró por primera vez en la historia a más de la mitad del planeta. Antes de llegar la Segunda Guerra Mundial, esta conflagración era llamada la Gran Guerra o la Guerra de Guerras y había sido el conflicto mas sangriento de todos los tiempos.

Este blog fue creado por Lucas Ferreyra como trabajo práctico de la materia Historia, de 2do año Polimodal del Colegio Los Médanos, a pedido de la Prof. Cecilia Gómez Carrillo de Lascombes. Julio de 2007

22.7.07

Enfermedades y remedios (IV)


Aunque los soldados que lucharon durante las dos guerras mundiales tuvieron que sufrir nuevos y, hasta entonces desconocidos horrores, también pudieron beneficiarse de algunos tratamientos de los que no habían podido aprovecharse sus predecesores.

Los soldados de la Primera Guerra Mundial fueron los primeros en aprovecharse de la vacuna contra la tifoidea, desarrollada por ALMRTH WRIGHT (1861-1947) en 1896 y, más tarde en 1916, de la doble vacuna contra tifoidea y paratifoidea. Desde entonces la muerte causada por estas enfermedades es de 1% en relación con los fallecidos en la Guerra de los Boers.

En épocas anteriores y en los campos de batalla, muchos sujetos fallecieron a causa de infecciones de sus heridas por el tétano. Aunque en la Primera Guerra Mundial se desarrolló una vacuna, la enfermedad siguió a la orden del día pero, en 1939, ya se había reducido considerablemente mientras que, en 1940, durante la retirada de Dunkerque, sólo siete de los dieciséis mil heridos contrajeron tétanos. También el tifus quedo erradicado durante la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo las enfermedades infecciosas seguirían siendo un problema mientras no se descubriesen los fármacos adecuados para luchar contra las bacterias. Durante el conflicto de 1914-1918, el fisiólogo Henry Hallet, que poseía una gran creatividad, administraba yoduro de bismuto para tratar la disentería amebiana.

Por otra parte, los soldados de la Segunda Guerra Mundial pudieron beneficiarse del descubrimiento de las sulfamidas. Hubo cierta escasez de quinina pero con la síntesis de derivados de ella los soldados destinados en el lejano oriente pudieron tratarse la malaria.

Sin embargo el gran descubrimiento fue el de la penicilina. Hubo también un gran avance en cuanto a las transfusiones de sangre ya que el servicio sanitario inglés consiguió desecar y pulverizar el plasma con lo que, en la cirugía inmediata en el frente, se dejaban caer desde los aviones bolsas con plasma en cestas de mimbre para facilitar el suministro; también la transfusión de plasma fue tratamiento vital contra las quemaduras.

Por otra parte hay que decir que, en ambas guerras mundiales, las constantes y cercanas explosiones de artillería causaron neurosis de guerra y graves heridas en la cabeza, mientras que los ataques con gases aniquilaron a 91.000 soldados provocando afecciones pulmonares en 1.3 millones. A consecuencia de ello, los soldados se ahogaban en sus propios líquidos o fallecían por quemaduras de segundo y tercer grado. En la Segunda Guerra Mundial bajó un 50% de mortalidad debido a que la guerra de trincheras se realizo a menor escala y los medicamentos descubiertos en mabas guerras ayudaron a ello.

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